Periodista y educadora
¿Por qué tanta xenofobia,
discriminación y odio? ¿Acaso no son seres humanos como usted y como yo?
¿No están produciendo tanto
como nosotros?
No nos equivoquemos. No se puede asegurar que el 100% de los
emigrantes y de los refugiados sean gente buena, pero quizá sí lo sea el
99%. No podemos juzgar con ligereza y no
podemos ser cómplices del abuso del que son víctimas.
Hasta el Santo Padre
Francisco en su mensaje para la
Jornada Mundial del Emigrante y del Refugiado, ha demandado un mundo mejor para
ellos. ¡En hora buena!
Ahora
que estrenamos año, la situación de los emigrantes y de los refugiados debe
cambiar en todo el mundo. Vivo ahora en
USA, y espero que en este país llegue por fin la justicia para quienes creyeron
en la tan cacareada reforma migratoria.
El
presidente Barack Obama se comprometió con unos 11 millones de inmigrantes (que
viven en este país) a darles la ciudadanía, y con eso empezar de cero y evitar
la inmigración ilegal. Obviamente para lograrlo,
debía contar con el apoyo del Congreso. Lo prometido, no llegó a pesar de los
esfuerzos hechos. Pero solo quedó un
sinsabor, porque la esperanza sigue fortalecida entre quienes quieren elevar su calidad de vida, superarse académica o laboralmente,
o visitar su país de origen. La mayoría
de los que esperan esa reforma son personas que han trabajado muy duro, y
siguen aportando al país. Por eso
merecen ver su sueño hecho realidad.
Razón
lleva el Papa Francisco al afirmar que “toda persona pertenece a la humanidad y comparte con la entera familia
de los pueblos la esperanza de un futuro mejor”, mientras cita a Pablo VI quien
a su vez pensaba que las personas quieren “verse libres de la miseria, hallar
con más seguridad la propia subsistencia, la salud, una ocupación estable;
participar todavía más en las responsabilidades, fuera de toda opresión y al
abrigo de situaciones que ofenden su dignidad de hombres; ser más instruidos;
en una palabra, hacer, conocer y tener más para ser más”.
Ojalá en este 2014 haya
mejores condiciones para los inmigrantes.
Ojalá se apruebe la reforma migratoria, cesen las injustas
deportaciones, se les pague lo justo por su trabajo, se apoye a los jóvenes
‘soñadores’, se respalde a todo inmigrante –independientemente de su origen-
para que logre sus metas, y cese la explotación en las empresas, para que
puedan vivir dignamente.
Espero que estas palabras
del Papa Francisco no se las lleve el viento: “La realidad de las migraciones,
con las dimensiones que alcanza en nuestra época de globalización, pide ser
afrontada y gestionada de un modo nuevo, equitativo y eficaz, que exige en
primer lugar una cooperación internacional y un espíritu de profunda
solidaridad y compasión”.
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