lunes, 20 de enero de 2014

¿De qué Dios hablamos?

Por  Ángel Frías Coca
Escritor


Huyo hacia lo desconocido; me sumerjo en mi interior intentando no ver ni escuchar, y leo cualquier cosa que me arroje algo de luz. Sigo intentando comprender el porqué de las cosas transcendentales. 

“Dios necesita ser libre” o quizás los no creyentes necesitaríamos el que lo fuese, para así poder llegar a comprender o ser un poco menos crítico hacia toda esa parafernalia que le rodea.

Deberían los creyentes dejarle escapar de tantas y tantas religiones; harían muy bien esos mismos que le adoran el dejarle ser como suelen predicar y que, de motu propio, ingresase en los corazones de la gente y no empujado por la codicia de siempre.

Los intereses materiales que unen a pastores, curas, políticos y dictadores sean del pensamiento que sean, no lo han permitido nunca ni lo permitirán, puesto que les viene como “anillo al dedo” la falta de información de la que gozan los pueblos -en general- con respecto a las vidas, andanzas y financiaciones de esos pastores.

Tomemos como ejemplo Argentina, un país donde los obispos desde 1994 reciben un haber salarial y luego una pensión pagada directamente por el estado, equivalente a la de un juez de primera instancia. Es por eso que, fijándome en esta pequeñísima falta de pudor y comparándola con los actos de pedofilia, amén de las aberraciones oídas a diario y la falsa moral de todos estos lideres- me sigo preguntando quién puede ser ese Dios que tanto mal permite entre sus mismos predicadores. Pero también tropiezo con un dilema… el de cómo alguien me pudiese explicar quién es Dios; ¿cómo saberlo o entenderlo sino es a través de esos seudopastores, curas o dictadores? Son los mismos que, por desgracia, viven de los más desfavorecidos; son esos personajes que apoyados por nuestros  familiares, nos llevaban desde nuestra más tierna infancia -abusando de su poder y sin nuestro consentimiento- a las Iglesias; son esos mismos que te atemorizan sino compartes sus creencias.

Otra de mis incógnitas… cómo llegar a entender -tras la lectura del Antiguo Testamento- que la idea de conocer a Dios o alcanzar la comunión con Él, mediante nuestros propios esfuerzos, es algo (siendo muy correcto con la expresión) como poco extraño.

Y ahora, intentando no hacerme más preguntas, ¿de qué Dios estoy hablando? ¿del cristiano, el árabe, el judío?  Si como dicen las escrituras todos son descendientes de un mismo personaje llamado Abraham, ¿cómo es posible la existencia de tantas religiones?

Por todas esas preguntas sin contestación es por lo que me inclino a pensar que existirán tantas religiones como el vividor de turno quiera, apoyado en esas pobres almas deseosas de creer en algo, y amparadas por los dictadores con sus afanes de lucro; los mismos que nos obligan a odiarnos, e incluso a matar.  Y esto no es cosa de nuestros ancestros ya que ahora, por desgracia, en los tiempos actuales siguen imponiendo su verdad ante los demás, de diferentes maneras.

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