sábado, 30 de noviembre de 2013

¿Ignorancia o qué?


Por Lorena Barboza
Educadora y periodista
Visite su blog:  Hablando nos entendemos 
¿Qué aprenden nuestros niños?
Refiriéndose al impacto que tienen los libros de texto en el aprendizaje, Frances FitzGerald indicó, a finales de los 70’s, que en la memoria queda una atmósfera, una impresión, un tono.  Es decir, no solo cuenta la presentación de datos, también la forma en que se promueven la imagen cultural y las percepciones interculturales.  


En la primavera de 1983, Rochelle Beck and Nancy Anderson publicaron en el sitio académico JSTOR (http://www.jstor.org) el artículo "¿Qué están aprendiendo los niños de Estados Unidos sobre América Central?”.  Asumieron la responsabilidad del estudio porque “como educadoras estábamos conscientes de la importancia de los textos en lo que los niños aprenden... los libros que los niños leen son una base para su interés y para la comprensión de América Central y de la política de los Estados Unidos hacia ella”.  Podría generalizarse ese criterio para México, Cuba y cualquier país.


Las inteligentes maestras se hicieron preguntas cruciales: “¿Recibirán (los niños), a través de su educación, una base objetiva y justa para entender los hechos?.  ¿Los libros disponibles en las escuelas y librerías presentan suficiente información y detalles que les permitan un análisis concienzudo?”.


Ellas encontraron que los libros dicen a los niños que América Central no es importante, porque la omiten en los textos de geografía mundial, de historia y de cultura.  Consistentemente en los libros que cubren todas las regiones del mundo, le destinan pocas páginas, si se compara con las que dedican a otras tierras.  América Central es descrita casi siempre como “el puente” entre América del Norte y América del Sur, sin diferenciar sus países y gentes.  Es citada como desesperadamente subdesarrollada por los defectos innatos de sus habitantes.  Los indígenas y los negros son representados como personas vagas, menos inteligentes, inocentes trabajadores manuales y del campo, amantes de la música e ineptos para vivir en las modernas sociedades tecnológicas.


¿Qué nos dicen las siguientes oraciones? “A Chico le gusta trabajar mucho más con sus manos que con su cerebro”, o “Es difícil desarrollar un gobierno democrático y estable porque en la mayoría de los países los indígenas son ignorantes y supersticiosos”…  Si todo esto se convierte en el recurso para el “conocimiento” sobre otro país, las actitudes políticas y psicológicas hacia “aquellos vagos y estúpidos extranjeros” serán de desprecio, rechazo y prejuicio. 


Es una gran responsabilidad para nosotros, los educadores, decidir lo que aprenden los niños.  Si estamos prejuiciados y consideramos a los demás como inferiores, y enseñamos desprecio, odio, desconfianza y hostilidad, éso aprenderán, y mañana serán víctimas de su propia  ignorancia, orgullo y arrogancia.

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