Por Lorena Barboza
¿Qué aprenden nuestros niños? |
En
la primavera de 1983, Rochelle Beck and Nancy Anderson publicaron en el sitio
académico JSTOR (http://www.jstor.org)
el artículo "¿Qué están aprendiendo los niños de Estados Unidos sobre
América Central?”. Asumieron la
responsabilidad del estudio porque “como educadoras estábamos conscientes de la
importancia de los textos en lo que los niños aprenden... los libros que los
niños leen son una base para su interés y para la comprensión de América
Central y de la política de los Estados Unidos hacia ella”. Podría generalizarse ese criterio para
México, Cuba y cualquier país.
Las inteligentes maestras se hicieron preguntas cruciales: “¿Recibirán
(los niños), a través de su educación, una base objetiva y justa para entender
los hechos?. ¿Los libros disponibles en
las escuelas y librerías presentan suficiente información y detalles que les
permitan un análisis concienzudo?”.
Ellas encontraron que los libros dicen a los niños que
América Central no es importante, porque la omiten en los textos de geografía
mundial, de historia y de cultura. Consistentemente en los libros que
cubren todas las regiones del mundo, le destinan pocas páginas, si se compara
con las que dedican a otras tierras.
América Central es descrita casi siempre como “el puente” entre América
del Norte y América del Sur, sin diferenciar sus países y gentes. Es citada como desesperadamente
subdesarrollada por los defectos innatos de sus habitantes. Los indígenas y los negros son representados
como personas vagas, menos inteligentes, inocentes trabajadores manuales y del
campo, amantes de la música e ineptos para vivir en las modernas sociedades
tecnológicas.
¿Qué nos dicen las siguientes oraciones? “A Chico le gusta
trabajar mucho más con sus manos que con su cerebro”, o “Es difícil desarrollar
un gobierno democrático y estable porque en la mayoría de los países los
indígenas son ignorantes y supersticiosos”…
Si todo esto se convierte en el recurso para el “conocimiento” sobre
otro país, las actitudes políticas y psicológicas hacia “aquellos vagos y
estúpidos extranjeros” serán de desprecio, rechazo y prejuicio.
Es una gran
responsabilidad para nosotros, los educadores, decidir lo que aprenden los
niños. Si estamos prejuiciados y
consideramos a los demás como inferiores, y enseñamos desprecio, odio,
desconfianza y hostilidad, éso aprenderán, y mañana serán
víctimas de su propia ignorancia,
orgullo y arrogancia.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario