Por Lorena Barboza
Periodista y educadora
Nací en un país donde la fiesta se vive a ritmo de goles. Sí, es un país donde se procura tener en cuenta lo que decía el periodista Parmenio Medina "…el fútbol aunque muchos lo tratan a las patadas, es un asunto de cabeza". Lo vivo y lo celebro apasionadamente, pero no cierro los ojos a la realidad… Es un deporte que tiene menos pros y más contras. ¿Los pros? Permite a las sociedades llenarse de pasión, creer en su identidad y celebrar genuinamente la victoria. ¿Y los contras? Generador de privilegios, de millones de dólares, de intereses, de circo y de mafia. Es un instrumento para controlar y manipular; es el gran producto de exportación en el que las transnacionales tienen también su participación.
Cada cuatro años somos testigos del gran
negocio que representa el Mundial, y aún así, nos gana el sentimiento por apoyar
a nuestros equipos favoritos. Ya falta
menos para finalizar este evento que ha paralizado países enteros. Todo el
mundo sabía o tenía la necesidad de mantener a cero los tres partidos iniciales.
Incluso algunas selecciones que presumían de favoritas pensaban en la goleada
pero, por algo que solo suele darse en el deporte rey, esas mismas cayeron por marcadores
escandalosos. Vimos el caso de España y
nos asombramos ente los mata gigantes como mi ignorada Costa Rica. Mi pequeño
país centroamericano dio la sorpresa al ganar a los ex-campeones del mundo
Uruguay e Italia. Costa Rica se convirtió en un David contra varios Goliats, y
desde su primer partido en el Mundial muchos de los que minimizaron el fútbol
“tico” tuvieron que retractarse.
Sí, vivir la pasión del fútbol nos
envuelve. Ver ganar a nuestras selecciones ocupa nuestras mentes y nuestro
tiempo. Creo que es justo disfrutar de
un buen juego, al fin y al cabo el deporte como tal no tiene la culpa de lo que
los mercantilistas han hecho de él. Aún
nos quedan aspectos positivos que debemos rescatar: sano entretinimiento, vivir la emoción y
compartir en familia y con los amigos sin dejar de pensar en qué hermoso sería
que el deporte rey se jugara como competencia para unir a los países sin la
odiosa FIFA y el gran negocio que lo rodea. Yo, como tica, he disfrutado la
participación de Costa Rica, el brillante cometa que se ganó un lugar en la
historia.